lunes, 6 de febrero de 2012

Grace Kelly

 

La vida de Grace Kelly podría formar parte perfectamente de uno de los guiones de cualquier película de esta mítica actriz.

Hija de inmigrantes irlandeses nace en Filadelfia el famoso años del crack de la bolsa (1929). Pese a la oposición familiar decide mudarse a Nueva York  para empezar una carrera como actriz, y tras una prometedora carrera de modelo acaba por introducirse en Hollywood en lo que empezaría a ser una fulgurante carrera.


Tras un breve debut como secundario en “Catorce horas” (1951) de Henry Hathaway, su gran belleza y dulzura y su saber estar hacen que Fred Zinneman se fije en ella como acompañante de un maduro Gary Cooper en la exitosa “Solo ante en peligro” (1952) lo que resulta un acierto pues Grace está espléndida en el papel de virginal cuáquera y su carrera parece que comienza a afianzarse.


Su siguiente oportunidad, ya como estrella en ciernes, aparece con “Mogambo” (1953) de John Ford, completando un trío de lujo junto a Clark Gable y Ava Gardner, la película le trae una nominación al Oscar como mejor actriz de reparto y lo que es más importante en estrellato. Un estrellato que hace que uno de los directores más afamados y exitosos de Hollywood como Hitchcock eche sus redes sobre ella y quede prendado al momento de su personalidad y sobre todo de su gran belleza (no olvidemos la obsesión del genio del suspense con las rubias angelicales).


 Del binomio Hitchcock-Kelly surgen tres películas. La primera de ellas “Crimen perfecto” (1954), una obra rodada para experimentar con el 3D, muy en boga en aquella época y que finalmente acabó convirtiéndose en una de las películas capitales del director inglés.


Por otro lado el años 1954 viene siendo un año frenético de trabajo para la actriz, a parte de “Crimen perfecto” la actriz rueda “Fuego verde” de Andrew Marton, “Los puentes de Toko-ri” de Mark Robson y ambientada en la Segunda Guerra mundial y sobre todo “La angustia de vivir” de George Seaton por la que por fin gana el Oscar a mejor actriz por su espléndida interpretación de la mujer de un alcohólico. Para finalizar de nuevo de mano de Hitchcock y acompañando a otro de sus actores fetiches (James Stewart) en la afamada “La ventana indiscreta”.


Su tercera colaboración con Hitchcock será crucial para la vida de Grace Kelly, pese a no ser una de las obras más destacadas de la filmografía de Hitchcock, “Atrapa a un ladrón” (1955) tenía el aliciente de trabajar al lado de Cary Grant y en Mónaco, ciudad símbolo de la opulencia y el glamour. La consabida visita a Mónaco trajo consigo la recepción por parte de príncipe monegasco y al igual que en los cuentos de hadas el monarca y la exitosa actriz se enamoran y con ello echan al traste la ilusión de Hitchcock, que perdía a su actriz fetiche, y del gran público pues perdía a una de sus actrices predilectas, puesto que Grace Kelly iba a convertirse en princesa, dejando de lado su exitosa carrera.


Aún así y debido al contrato que la ataba Grace Kelly un aparecería en dos películas más antes de su retiro definitivo. Se trata de Alta sociedad” (1956) de Charles Walters, un remake de la exitosa “Historias de Filadelfia” (1940) de Cukor  y “El cisne” (1956) de Charles Vidor donde curiosamente intepretaba a una joven que se iba a casar con un joven heredero de un trono europeo, cosas del destino….


El caso es que en 1958 Grace Kelly de Filadelfia se convertía en la princesa Grazia de Mónaco y se retiraba de manera definitiva, si no lo había hecho ya del mundo del celuloide. Desde entonces llevaría una vida cargada de lujo y glamour, pero en la más absoluta intimidad, siempre dentro del puesto que le tocaba representar. Un vida feliz y plena con tres vástagos, hasta que un buen día de 1982 el mundo amanecía consternado con la noticia de que Grace Kelly moría en accidente de tráfico, un trágico y prematuro final para una actriz que vivió una vida de cine. Por un día Mónaco se convertiría en la meca del cine, muchos de sus amigos, grandes estrellas del cine, acudían en masa para darle el último adiós a una de las actrices más radiantes y con más aura que había dado la industria cinematográfica.

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